La organización del calendario adivinatorio azteca

videntes buenas

Alicia Collado y sus opiniones, cuenta que además del calendario anual de 365 días con años bisiestos poniéndose al día, los aztecas (y antes que ellos los otros pueblos de México, incluidos los toltecas) tenían un calendario de 260 días para la adivinación y la carta natal; se organizó en “semanas” de trece días numerados del 1 al 13 en los que se injertaron veinte signos.

Los dos calendarios avanzaban independientemente el uno del otro y solo se encontraban en correlación cada 52 años, lo que daba la duración de un siglo azteca. Cabe señalar que dos “siglos” (por lo tanto, 104 años) corresponden exactamente a 65 años de Venus, una estrella extremadamente importante en la mitología azteca.

Los veinte signos del calendario son, en orden

Cocodrilo, viento, casa, lagarto, serpiente, muerto, venado, conejo, agua, perro, mono, pasto, caña, jaguar, águila, zopilote (buitre), movimiento, pedernal, lluvia, flor. Cada signo está asociado con un número del 1 al 13, por lo que obtenemos 13 × 20 = 260 combinaciones posibles.

Al estar los dos calendarios escalonados, dos personas que nacen en la misma mejilla no tendrán el mismo signo en absoluto.

Complementos al signo de nacimiento

Cada signo está presidido por una deidad del panteón azteca, al igual que cada número; sabiendo que el trece también está bajo la influencia de un dios, se obtiene un sistema de relaciones bastante complejo. A esto se agrega otro dios muy importante que es el señor de la noche: son 9 en número y por lo tanto no siempre corresponden al mismo número o al mismo signo.

Finalmente, el día del calendario anual es también uno de los 20 signos (pero mucho menos importante que el del calendario ritual) y forma parte de uno de los 18 meses de 20 días del año, cada uno dedicado a una deidad. Como 18 × 20 = 360, el año termina con 5 días “huecos” muy malos (del 7 al 11 de febrero, o 12 en los años bisiestos).

Carta natal

La lectura de la carta natal, por tanto, consiste en desenredar las distintas influencias de los dioses, sabiendo que unos son los avatares de otros más importantes. Sin embargo, está claro que el sistema de pensamiento mexicano se basa en la dualidad de todas las cosas (por ejemplo, el dios creador, Ometeotl, es de hecho un ser doble, femenino y masculino, como sugiere su nombre), nunca nada es todo. Blanco o todo negro.

Cada interpretación ofrece una opción y siempre tiene dos lados, le toca a la persona hacer lo correcto para que se superen los lados negativos y se valoren los positivos.

Deidades

Cada deidad está asociada con un fenómeno natural y tiene una especialidad; encontramos aquí una de las bases del chamanismo específico de toda América, a saber, el vínculo con el medio ambiente en todas sus formas. El ser humano no es como en Occidente separado del mundo que lo rodea y no está situado en un lugar superior a los demás seres vivos, sino simplemente diferente.

Arte y destino

Su destino está trazado por fuerzas que controlan todos los aspectos de la vida, pero, sin embargo, puede tratar de comprender los mecanismos (y especialmente los efectos) y organizar su comportamiento para ponerse en el “flujo” correcto y vivir en armonía.

Evidentemente hay dioses más poderosos que otros, el mejor ejemplo es Tezcatlipoca (el espejo humeante) que tiene muchos avatares y que puede dar lo mejor o lo peor, según su estado de ánimo y el comportamiento de la persona. Algunos son más crueles que otros, pero como siempre el mal puede esconder el bien y viceversa.